La redefinición del papel de los blogs en los medios

Se lo leí a Pilar Millán. El New York Times ha comenzado a cerrar muchos de sus blogs. No me extraña.

En la década de los 2000, los blogs fueron una revolución y las redacciones les abrieron la puerta. Pero ha llovido bastante desde entonces y cada vez es más complejo poner esta etiqueta a un site de Internet. La frontera entre un medio y un (buen) blog se ha difuminado bastante. Esta evolución tiene que llegar a los medios.

Porque muchos blogs llegaron a éstos como una simple apuesta por tocar temáticas que no tenían cabida en las secciones. Porque ahora se ven formatos más espontáneos y ágiles. Porque, en estos grupos informativos, los blogs tienen sentido (y lo seguirán teniendo) para espacios personales y narraciones con impronta paralelas, pero no como espacios de contenido especializado.

Es por esto que me parece acertado el movimiento de The New York Times. Para el medio, los blogs fueron una puerta hacia el espacio digital para sus periodistas. Ahora ha llegado el momento de reenfocar sus contenidos, repensar los formatos y reconfigurar las secciones.

Pienso en España y pongo como ejemplo a El País. Y me imagino la manera de hacer evolucionar parte de sus blogs hacia secciones de nicho. No es más que la continuación del camino que emprendieron potenciando sus secciones vertebrales. Y me acuerdo de Soitu y su estructura de micromedios.

No se trata más que de organizar los contenidos de otra manera y hacer que parte de las redacciones de los grandes medios vayan tomando posiciones en determinados nichos informativos. De comenzar a competir con los micromedios que les han tomado la delantera en la especialización y que en muchas ocasiones comenzaron siendo un simple blog. Al final, sean blogs o microsecciones, lo importante es que el contenido sea bueno. Olvidémonos de las etiquetas y dejémoslas para las rebajas.

El advenimiento de la nueva edad de oro del periodismo, según Pedro J.

Mucho se habla, se escribe y se twittea sobre la crisis del periodismo. Que si el papel no tiene futuro. Que si no hay quien consiga rentabilizar Internet. Que si los contenidos de uno y otro formato no dan la talla. En cualquier caso, no es el día de volver a rizar el rizo sobre el tema, que estamos en sábado.

Para lo que sí nos da el tiempo es para reir -por no llorar- viendo el timeline de Pedro J. Y es que nuestro portador de tirantes favorito ha estado toda la tarde predicando a los cuatro hashtags que iba a revolucionar la profesión.

Sí, conocemos al sujeto en cuestión. Es un rey del marketing periodístico y nadie esperaba realmente una dieta milagrosa para el futuro de la industria. Ahora, de eso a la venta a discreción de humo que ha terminado soltando hay un trecho largo. Pero mucho.

Que sí, hay que vender. Que sí, Orbyt no es lo que esperamos pero ha abierto la veda a la era del pago que se nos viene encima. Que sí, para su empresa este acuerdo puede significar algo importante. Pero Pedro J., seamos un poco serios. Vale que es sábado por la tarde y estamos en junio, pero esto no es para parar las rotativas diciendo que se ha encontrado el remedio a la crisis que viven las redacciones. No hay que ponerse tan bíblico y predicar advenimientos, que es fin de semana. Lo siento, pero no estoy yo tan seguro de que la edad de oro vaya a llegar con este invento.

El folio 825

Quienes me conocen bien saben que odio escribir en primera persona en el periódico. Un periodista jamás debería ser parte de una historia, me enseñaron maestros a quienes admiro y quiero. Yo no soy importante, sólo un simple redactor de El Mundo que tiene el privilegio de poder vivir de esta profesión que amo, de ser testigo de lo que sucede y contarlo. Lo que pasa es que en ciertas ocasiones hay historias que tienen que ser contadas así, no hay otra manera. Creo que esta es una de esas historias.

Sí, sin duda, el uso de la primera persona en este texto está más que justificado. Creo que el trabajo de Pablo Romero merece ser, cuanto menos, leído.

El Huffington Post cumple un año y toca sacar conclusiones

El Huffington Post ha cumplido un año. Y parece que fue ayer. Lo sé, muchos no sois lo que viene siendo fans del invento. El modelo informativo de este medio da para lo que da, algún buen post artículo de su blogosfera lista de expertos, gurús y celébrities y algún destello entre sus «característicos» contenidos propios.

La manera de informar de El HuffPost

Soy consciente de eso, pero no le quito a este medio el valor que muchos le negáis. Sí, no dan la información exclusiva y el análisis de El Diario ni tienen la calidad literaria de Jot Down, pero su manera de contar las cosas es digna de mención. Sí, antes de que empecéis a criticarme, debo retratarme, soy de esos que defienden a Buzzfeed.

Pueden (y deben) ir más allá

Por ello, mi crítica en este aniversario no va con su línea editorial, sino en que no hayan dado pasos más allá. Si ponemos como piedra de toque los medios patrios, han ido lejísimos, pero las referencias hay que buscarlas fuera. Eso sí, con cuidado, que a veces lo innovador y lo vacuo -o, incluso, lo sensacionalista- pueden confundirse.

Las 12 cosas que El HuffPost ha aprendido en este año

El caso es que, para conmemorar esta cita, Delia Rodríguez, su redactora jefe, ha hecho un listado de las cosas que ha aprendido este año su redacción. Sí, hay alguna perogrullada -que tire la primera piedra el que no las escribe cuando se pone a metaperiodismodear-, pero hay puntos que más de uno debería tatuarse a fuego.

Sus reflexiones en torno a la obsesión de no ser prescindibles para sus lectores; explorar formatos diferentes, para ofrecer cada pieza con la estructura que más le corresponda; o no tener miedo a utilizar un enfoque llamativo a la hora de informar. Y cito 3 por no sacar la lista entera, que para eso mejor la leéis directamente.

Lo dicho, no soy lector habitual de El HuffPost y echo de menos que vayan un poco más allá, pero hay que felicitar una redacción que aguanta un año. Especialmente si son de los pocos que tratan de hacer las cosas de manera diferente.

Cómo vender cuchillas de afeitar con un video j*didamente bueno

Antes de comenzar, debo confesarlo, no me afeito demasiado. Pero Mike, el fundador del Dollar Shave Club, ha conseguido llamar mi atención. Porque explicar en unas líneas en que consiste su suscripción mensual y mostrar los beneficios de la misma lo hace cualquiera. Explicarlo en algo más de un minuto con gracia y exponerlo como elemento principal en su home, casi nadie. En cualquier caso, esto no viene de hacer un simple video aislado. De poco sirve a su marca sin mantener esta clave de manera constante en su comunicación que le imprime el carácter y sienta la base para su storytelling -ese bonito palabro marketiniano-.

El eCommerce es una gran oportunidad, sí, todos lo sabemos. Pero para conseguir vender más que el de al lado necesitas un valor diferencial. Si no es el todopoderoso precio (algo muy complicado en cualquier nicho), debemos buscarlo en la experiencia de compra. Un factor en el que un carácter atractivo de la marca juega un papel crucial. Si tuviese que poner un ejemplo de por aquí, resaltaría a Laconicum. Lo reconozco, soy muy fan de sus newsletters.

Lo he descubierto a través de Juanpi, otra mente pensante del eCommerce patrio.

La contradictoriamente nueva y polémica edad de oro de las revistas

Se está hablando, bastante, de la portada del nuevo número de la revista Port, dedicada a la «nueva» edad de oro de las revistas. El debate se centra especialmente en el perfil de sus protagonistas, los editores de algunas de las cabeceras más influyentes de la actualidad, todos hombres blancos.

Sí, hay suficientes ejemplos de editoras a las que podrían haber recurrido, y no me hubiese molestado que, ya que estamos, alguien publicase una lista de gente de otras razas que podría haber figurado en esta imagen. Pero, para mi, el problema está en que esta edad de oro que presentan es de todo menos nueva. La cabecera más joven de esta portada, Wired, sacó su primer número hace nada, en enero de 1993.

¿Qué hay de los centenares de revistas emergentes de nicho que están revolucionando este mercado? Esas revistas que no tienen una tirada como la de estas protagonistas pero que consiguen dar el aire fresco que necesitaba el sector para volver a despertar. Pienso en CerealLittle White Lies, The OutpostKinfolk, The Alpine ReviewFool o en la propia Port. Y lo enlazo todo a Magpile porque, si te gustan estas publicaciones, allí descubrirás muchas más.

En definitiva, totalmente de acuerdo con este número. Vivimos un momento genial para los que amamos las revistas, que cubren nichos que otras publicaciones, tanto escritas como digitales, han dejado libres y que ven en Internet y los nuevos dispositivos un apoyo muy importante. Pero esperaba más valentía por parte de Port.

Strongbox y la protección de fuentes anónimas de The New Yorker

Aunque en ocasiones no somos conscientes, con cada paso que damos en este mundo digital estamos generando un rastro. En las redacciones lo deben tener muy claro y comenzar a enseñar a sus periodistas a proteger sus informaciones. Por ello, iniciativas como Strongbox de The New Yorker me parecen una buena noticia. Se trata de un proyecto construído sobre Tor que constituye una vía para que las fuentes se puedan comunicar con los periodistas de manera totalmente anónima. Un proyecto que nació de la mano de Aaron Swartz, el conocido ciberactivista que se suicidó hace sólo unos meses.

De esta manera, Strongbox se convierte en una oportunidad para The New Yorker de mejorar y aumentar el volumen de sus investigaciones. Sí, podemos abrir en este punto el semptinerno debate del peligro de las fuentes anónimas y la posibilidad de la manipulación interesada de la información auspiciada por ese anonimato. No confundamos el debate (razonable) sobre un concepto (el anonimato de las fuentes) y lo llevemos a cuestionar el medio (Strongbox).

El debate no debe estar tanto en si permitimos canales anónimos de este tipo sino en la responsabilidad del periodista a la hora de tratar las fuentes anónimas y comprobar todo; ya que éstas deben ser sólo una alerta que desate las investigaciones con las que conseguir los hechos contrastables que luego se publiquen. Pero, lo dicho, eso es otro tema.