Anoche, mientras asistía a la presentación del nuevo ABC (del que hablaré este fin de semana), me comentaron que Eskup ya estaba listo. Intentaré echarle un ojo esta noche, pero antes os recomiendo leer el último post de Ramón Lobo. Con la excusa del estreno de esta herramienta de El País, realiza una fotografía rápida al mundo de los medios, con un ojo crítico ante el negocio y la exaltación de lo que nos importa, el PERIODISMO. Da igual si es sobre papel, sobre un muro, en servilletas o en una pantalla.
Los periodistas damos noticias, contamos historias y desvelamos lo que alguien desea ocultar en beneficio propio o de un grupo. Los periodistas somos, en el mejor de los casos, unos tocahuevos profesionales, piedras en el zapato, gente preguntona y molesta que no persigue la palmada ni el halago del poder sea cual sea su forma y talante. Nos ha ido relativamente bien todos estos años dando noticias en un soporte de papel bajo unas reglas éticas reconocibles en un negocio en el que los propietarios han ganado una cantidad de dinero suficiente además de cierta relevancia social como Cuarto Poder.
Todo fue bien hasta que se fueron lo viejos propietarios y llegaron personas ajenas al negocio, magnates de otras industrias, como la de armamento, que sólo deseaban resultados a corto plazo y ganar todo el dinero del mundo. Los master del universo, los golden boys, los que hinchan burbujas y venden antes de que éstas exploten son incapaces de entender un sentimiento colectivo, lo que representa una cabecera, su historia, la referencia política y cultural en un país o en la ciudad donde nace, como el Chicago Tribune, Los Angeles Times o The Baltimore Sun. Aunque estos valores no cotizan en Bolsa, así le va, ayudan a vender ejemplares.
Y ante todo, me quedo con una cosa que cuenta y que ayer me mostró muy bien Javier Barrera, del que aprendo cada vez que lo veo: «Los periodistas somos, en el mejor de los casos, unos tocahuevos profesionales, piedras en el zapato, gente preguntona y molesta que no persigue la palmada ni el halago del poder sea cual sea su forma y talante». Amén.