No todo el papel es malo

Sé que suelo ser un poco catastrofista hablando sobre el papel, tanto que hay quien cree y falto al respeto de los que se ganan la vida con el papel (que, por otra parte, es de lo que malvivo por el momento). Pese a ello, hay veces que tengo que reconocer las cosas buenas que tiene, como las que describe Nacho de la Fuente:

[] Por diferentes circunstancias no ha llegado estos últimos días a mis manos mi diario preferido y he tenido que bucear mucho para poder ojearlo en Internet. Qué pesadez lo de leer en la Red, qué poco operativo y qué lentitud al buscar las secciones que me interesan. Mientras en media hora puedes enterarte de decenas de noticias impresas –e incluso leer detenidamente alguna de ellas– en ese tiempo te pierdes abriendo y cerrando ventanas de la edición digital con la sensación de que te estás dejando en el tintero muchas noticias. Con lo agradable, cómodo y rápido que se lee el periódico, le aventuro mal futuro a esa teoría agorera de que en 10 o 20 años desaparecerá definitivamente la prensa de papel. []

Sí, en Internet me entero muy rápido de muchas cosas, pero para informarme bien necesito al papel. Mientras llegan a la masa crítica métodos híbridos que vuelvan a plantear la situación, siempre defenderé ese modelo tan simple y que se está poniendo de moda plantear: Internet para noticias rápidas, última hora, seguimiento de eventos… Para el papel, reflexión, contextualización, información, análisis…

Algunos entienden el modelo, como el Phildelphia Inquirer, que, tal y como leo en 233 grados, plantea esta táctica.

Historias que deben ser colgadas en el web:

– Un montón de noticias de última hora.
– Historias competitivas que otros medios también pueden publicar.
– Historias que pueden ayudar a los lectores a organizar sus fines de semana, tales como carteleras de cine o programaciones teatrales.
– Actualizaciones de los acontecimientos que terminan demasiado tarde para las ediciones impresas, como conciertos, eventos deportivos…

Historias que deben publicarse a la vez en el periódico y el web:

– Columnas con las que los lectores disfrutan aunque no sean de última hora.
– Historias exclusivas.
– Historias atemporales, de nevera, que no tienen que ser publicadas al momento.

Poco a poco, creo que vamos cogiendo una dirección correcta para empezar, aunque hay que ir mucho más hayá y potenciar la Red, en la que también se puede reflexionar y dar historias exclusivas.

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