Quienes me conocen bien saben que odio escribir en primera persona en el periódico. Un periodista jamás debería ser parte de una historia, me enseñaron maestros a quienes admiro y quiero. Yo no soy importante, sólo un simple redactor de El Mundo que tiene el privilegio de poder vivir de esta profesión que amo, de ser testigo de lo que sucede y contarlo. Lo que pasa es que en ciertas ocasiones hay historias que tienen que ser contadas así, no hay otra manera. Creo que esta es una de esas historias.
Sí, sin duda, el uso de la primera persona en este texto está más que justificado. Creo que el trabajo de Pablo Romero merece ser, cuanto menos, leído.